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Joanna Reposi, directora de Lemebel: “Hoy en día el discurso de Pedro está más presente que nunca”

La directora del documental chileno más visto en lo que va del año cuenta a Bitácora de Cine las anécdotas del proceso de filmación junto al artista, sus dificultades y la importancia de volver a instalar su voz.  

A un mes de su estreno, “Lemebel”, el documental sobre el artista y escritor chileno Pedro Lemebel, se ha transformado en el más visto en lo que va del año, con 11 mil espectadores a lo largo de todo Chile. La cinta, lanzada a través del programa Miradoc, es el resultado de un proceso de 12 años de trabajo, que se transformaron en un retrato íntimo del autor de “La esquina es mi corazón”. Bitácora de Cine conversó con Joanna Reposi, la directora sobre este largo proceso de idas y vueltas, y la vigencia de la obra del artista hoy en día el imaginario chileno.

Sobre el documental puedes leer más aquí

 

¿Cómo nace la atracción hacía Pedro Lemebel?

Conocí a Pedro en el año 2000, cuando trabajaba en “El Show de los Libros”. Ahí conocí su literatura, me leí algunos de sus textos, me enamoré de “Tengo miedo Torero” que es una gran historia de amor. Para mí Pedro es uno de nuestros grandes artistas, yo siempre lo comparo a David Bowie o a Bob Dylan. Me parece que su mirada ácida y su forma de escribir son únicas e inclasificables, igual que su obra performática. Me parece que fue una persona inteligente, lúcida, visionario de vanguardia y un adelantado a su época, siempre lo fue. Lo que más me gustaba de él era su forma como se paraba frente al mundo; creo que él era esencialmente un hombre político, se ponía sus tacos de aguja para ir a la televisión porque desde ahí, aunque le dolieran los pies, él hablaba, porque consideraba que desde esa visibilización tenía que expresarse; desde su homosexualidad, desde su cuerpo y desde su literatura.

¿Consideras que hoy se valora de forma justa su legado?

Siento que a nivel popular Lemebel es muy valorado, y eso se puede ver reflejado por la gran audiencia que tuvimos en la primera semana de estreno en Chile. Hay un público que está ávido de escuchar a Pedro Lemebel, que lo admira, y que lo quiere tener cerca para volver a verlo y sentirlo. También para las generaciones más jóvenes, que no lo conocían. Pedro es una figura que convoca a un público transversal y que conecta con el chileno común y corriente. Sin embargo, creo que existe una gran deuda en cuanto a su literatura y su obra visual. Como él lo dijo muchas veces, por ser maricón, marginal y pobre, nunca fue considerado como un gran escritor. Ganó el premio José Donoso, pero merecía haber ganado mucho más. Hoy en día se le está reconociendo en el mundo entero, hay obras suyas en el Museo Reina Sofía, en el MALBA de Buenos Aires y en el MOMA de Nueva York. Creo que su obra debería estar itinerando y mucho más presente.

 

¿Qué rol juega el documental en lo anterior?

La película vuelve a poner en escena la voz de Pedro Lemebel. Su obra y su figura es lo más grande que hemos tenido en el último tiempo. No sé si la película viene a saldar una deuda pendiente, pero sí lo vuelve a instalar esa voz que es tan necesaria.

¿Cómo fue el trabajo de concepción de la película junto a Pedro?

El trabajo con él duró 8 años, más otros 4 aparte. Fueron periodos intermitentes, y como he dicho en otras oportunidades, trabajar con Pedro no era fácil; teníamos altos y bajos. Había veces que nos peleábamos y nos mandábamos a la cresta, luego pasaba un año volvíamos a conversar. Eso fue lo más difícil, aunque ninguno de los dos era rencoroso. A veces necesitaba postular a un fondo concursable y me llamaba justo la noche antes de la postulación y me decía que no postuláramos, porque que no podía tener otra decepción más. Así pasaron ocho años en que yo trabajaba a pulso con las cámaras que tenía a mi disposición, o con cámaras de amigos. Filmé todo ese tiempo. Hoy, día mirando hacia atrás, lo pasábamos muy bien juntos. Mucho tiempo antes de prender la cámara nos pasábamos muchas horas conversando, así que hay muchos momentos que atesoro que no están en la película, pero sí en el corazón.

¿Cómo describirías en términos emocionales el proceso de investigación?

Los doce años se traducen en que me volví a emparejar, tuve un hijo y saqué otras películas además de “Lemebel”. El proyecto fue pensado como de largo aliento, así que nunca tuve la ansiedad de apurarme. Yo tiendo a mezclar mucho los materiales, a trabajar las texturas, a poner lo cotidiano en lo que hago y eso agarró fuerza cuando Pedro murió. Yo más bien grabé intuitivamente junto a Pedro esos ocho años y empecé a hacer investigación cuando él murió. Ese año hice más de 40 entrevistas a sus cercanos a personas que estuvieron junto a Pedro en distintos momentos de su vida, para poder comprender al personaje entender su contexto en su globalidad y, también aproveché de hacer un catastro del archivo, de juntarme con sus fotógrafos y personas que lo documentaron en video a lo largo de su vida. Siempre digo que esta película es una película colaborativa. 

Fue un trabajo de un año de investigación y luego de montaje, que fue bastante fluido. Yo tenía bien claro lo que quería contar y retratar, entonces la elección de los materiales que quedaron y los que no fue muy fácil. Luego hice toda la propuesta visual de la reinterpretación del archivo y la mezcla de las materialidades, las propuestas de las diapositivas y de las proyecciones, que es algo que estuvo desde un principio.

 

¿Qué significó ganar en la Berlinale y Sanfic?

Ganar Berlinale fue la coronación de un trabajo y de un proceso colectivo de muchos años. Era la sección en la que a mí me interesaba estar, y en la curatoría había películas muy políticas y que abren las fronteras cinematográficamente. Creo que “Lemebel” tiene esos dos elementos. Ganar el Teddy fue increíble fue terminar e iniciar a la vez un gran proceso, porque también nos abrió un hermoso recorrido internacional en distintos festivales.

En cuanto a Sanfic, por otro lado, llevarnos el premio a mejor película chilena también es muy importante. Nosotros queríamos llegar a las salas chilenas y al público chileno. De alguna manera los premios son un reconocimiento, estamos contentos de haberlos recibido, no solamente yo trabajo en esta película, sino que es un grupo humano que está conmigo y para todos ellos, estos dos reconocimientos, han sido un gran cariño al alma de la película y a la figura de Pedro Lemebel.

 

 

 

¿Más allá del documental y el arte de Pedro, en qué podemos ver el legado de Lemebel hoy?

Yo creo que el legado de Pedro Lemebel y también de Pancho Casas y de Las yeguas del Apocalipsis, de alguna manera ellos fueron los pioneros precursores del movimiento Queer en Latinoamérica o Hispanoamérica. Me parece que si bien fue un visionario y unos de los primeros en hablar de sexualidad y derechos humanos, hoy en día su discurso está más presente que nunca. A propósito de las corrientes conservadoras que estamos viviendo y de las odiosidades que uno puede ver en internet, su voz y su legado están más presentes que nunca. Siento que ese legado tiene que ver con abrir una discusión y el visibilizar políticamente a un cuerpo agredido desde la homosexualidad, desde el proletariado, y desde la clase.

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